Así era el mundo antes

​​

En el Macizo de Teno, en el corazón de este territorio, florece una de las superficies de laurisilva más extensas de Tenerife. Es una exuberante población boscosa de la era terciaria que sobrevive en muy pocos lugares del mundo, con lo que te recomendamos disfrutarla todo lo que puedas. La forman desde acebiños, laureles y viñátigos a musgos y líquenes que se aferran a los troncos de los árboles hasta fundirse con ellos.  

A medida que te abres camino sobre las hojas secas que forran el suelo de otoño, con un poco de suerte podrás distinguir las aves de la zona: el reyezuelo de Tenerife, el petirrojo o la paloma turqué. Al ser las especies vegetales de este monte en general de baja altura y rebosantes de ramas, ¡mucho cuidado con la cabeza!

¿Has visto llover de lado? Uno de los fenómenos más curiosos de los bosques de laurisilva es el de la lluvia horizontal, donde las gotas del mar de nubes que se forma entre los 400 y los 1.500 metros lo empapan todo. Enfúndate en un chubasquero (preferible a un paraguas) para protegerte de la humedad.