Guachinches

Los remilgos quedaron en la puerta. Estás sentado sobre una silla plegable de madera, en una mesa con mantel de papel. Los cubiertos vienen amontonados en una cestita y tú mismo los repartes al resto de comensales. Puede que sea el garaje de una casa de campo habilitado como improvisado comedor, ¡pero qué diablos!, contra todo pronóstico, es la comida casera y el vino de cosecha propia más ricos que jamás has probado.​

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