Salud y bienestar
Llevas solo un día en la isla y hasta tu humor ha cambiado. Ya no hay nada que te estrese, te preocupe o sobresalte. Estás sentado al borde del mar dejándote mecer por el murmullo de las olas, al calor de los apacibles rayos del sol vespertino. La leve brisa acaricia tu cara, y cierras los ojos intentando atrapar ese instante para estirarlo y hacerlo más largo. Habías olvidado el tiempo que hacía que no te sentías tan bien.