La carretera serpentea montaña arriba en un día de sol resplandeciente. Con tus ojos, devoras la belleza del paisaje que va quedando a los lados… hoy no hay prisa. Reduces la velocidad y te detienes en un mirador. La vista del mar de nubes bajo tus pies te conmueve: crees haber llegado al cielo, y en cierto modo, así es. Tomas algunas fotos a la vez que te asalta la pregunta: ¿cómo se las ingenió la naturaleza para crear algo tan hermoso?
Regresas al vehículo para reemprender la marcha. Un par de curvas más adelante, otro mirador; y de nuevo, la misma pregunta revoloteando en el aire.