
Mario y Fabián Torres vuelcan su pasión y respeto por la cocina en este restaurante
La pasión que sienten Mario y Fabián Torres por la cocina que hacen se aprecia en cada espacio de El Calderito de la Abuela. “Mira qué chula, mira qué bonita”, exclama Mario mientras muestra las hojas y flores que está recogiendo del huerto orgánico del restaurante. Un proceso que repiten a diario y que se convierte en uno de los secretos que los hacen inconfundibles: productos de kilómetro cero (¿o quizá mejor decir de metro cero?), frescos y sabrosos. Nunca adquirió un sentido tan literal como lo hace aquí la expresión “de la huerta a la mesa”.

En ese trocito de terreno anexo al restaurante (al que se suma otra gran finca propia ubicada en La Orotava de la que también se surten a diario de frutas, verduras y hortalizas) encontramos un corredor de plantas aromáticas que nos inunda con su agradable jolgorio de olores al pasar entre ellas: salvia, toronjil, hierbabuena, tomillo, romero, albahaca… Hallamos flores de rosal, de cebollino, capuchinas.
Y descubrimos, por ejemplo, acelgas, “infravaloradas pero que nosotros usamos mucho”, apunta Mario, quien se maravilla, casi tanto como si fuera la primera vez que viene aquí, con este pequeño vergel creado para ofrecer lo mejor a sus comensales. Explica que, aquello que sus terrenos no producen, lo obtienen de productores locales, con lo que fomentan la economía circular.

El Calderito de la Abuela es una joya gastronómica en la que se disfruta de principio a fin de una auténtica experiencia culinaria sabrosa y divertida, como Mario y Fabio la definen. Un establecimiento donde prima la calidad del producto, la cuidada elaboración y un ambiente acogedor que hace sentirse como en casa a quienes lo visitan. “Unir a las personas alrededor de una mesa” podría resumirse la filosofía de este lugar. Y que, además, trae de regalo unas vistas de postín hacia todo el Valle de La Orotava.

Cecina de buey premium, tablas de quesos, escaldón de gofio con caldo de cherne, mojo de cilantro y cebolla roja son solo algunos de los entrantes con los que abrir boca en El Calderito de la Abuela. Huevos al estampido (de entre las muchas preparaciones de huevos que ofrecen, y que merecerían un artículo aparte), calamares salvajes fritos a la andaluza, puntas de hígado encebollado o carne fiesta ibérica componen parte de la oferta de platos con los que deleitarse en este restaurante. Los vinos de la amplia carta casan perfectamente con los diferentes platos, en especial los Terral 205, elaborados en viñas propias. Para rematar, unos postres exquisitos que hacen que venir a comer a este lugar se convierta en una experiencia inolvidable de principio a fin.

Vivan los panes y postres
Una de las peculiaridades de El Calderito de la Abuela, y otro de los elementos que lo hacen tan único, es que fabrican sus propios panes (para lo que han creado la marca Mario Bakes), helados y dulces en su obrador, ubicado en la parte baja del establecimiento. Productos que no solo se consumen en el restaurante sino que también se comercializan para quien desee comprarlos para llevar a casa, e incluso, con los que surten a otros restaurantes.

Enumerar todas las variedades de pan que elaboran resulta misión imposible: pan rústico alemán; con carbón activo (y que les aporta un profundo y llamativo color negro); pan fitness con centeno de alta extracción “donde se aprovecha todo, minerales, grasas y vitaminas, — especifica Mario—; pan de cinco semillas; pan de cristal; pan gallego; pan de trigo de tradición francesa molido a la piedra; pan alemán con centeno, ideal para untar mantequilla y mermelada…

¿Y qué decir de los dulces? Quienes los han probado, repiten una y otra vez, y es algo totalmente comprensible. Por ejemplo, por sus crofins, mitad muffin, mitad cruasán, con dulce de leche y chocolate. O por la locura que desatan entre la clientela elaboraciones como el tatín de manzana con masa laminada y pera deshidratada. Todos, elaborados con las mejores mantequillas francesas. Y se nota.

Mario y Fabián Torres
En una de las paredes de El Calderito de la Abuela se lee una frase de Mario Benedetti: “Algunas cosas del pasado desaparecieron pero otras abren una brecha al fututo y son las que quiero rescatar”. Eso parece, exactamente, lo que hacen estos dos inquietos hermanos que abrazaron la cocina desde muy jóvenes.

Ya su padre, Mario Torres, chef y enólogo, les inculcó ese amor por la gastronomía desde que junto con su madre enamoraron con sus exquisitas recetas a quienes acudían al restaurante Los Corales, el origen de todo. Hoy, esa pasión, que han curtido con una extensa formación culinaria en restaurantes de primer nivel en el extranjero, se refleja no solo en El Calderito de la Abuela sino también en otros dos espacios, como son La Bodeguita de Enfrente y Donde Mario, al que se ha incorporado su hermano Raúl.
Enlace a web El Calderito de la Abuela.