El experimento de la motita de polvo

Ponerte en la piel de una motita de polvo no va a ser precisamente la experiencia más gratificante de tu vida, pero así te sentirás al contemplar los acantilados de Los Gigantes -que alcanzan los 600 metros en algunos puntos- y los de La Culata. Estos últimos están ahora tierra adentro, al ir quedando rezagados tras erupciones como las del volcán de Taco, uno de los responsables del origen de esta parte de la isla.

En esta zona está también el volcán del Palmar, con su mina a cielo abierto de picón: una ligera ceniza volcánica del tamaño de una palomita de maíz utilizada por los isleños en la construcción de edificaciones. Si te apetece revivir los simples e intrascendentes juegos de la infancia, puedes experimentar pisando sobre ella en el sendero que rodea el volcán: hacen mucho ruido y se te entierran los pies hasta los tobillos, y es algo que encanta a los niños -y a bastantes mayores-.

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