Entierro de la sardina

Una de las celebraciones más pintorescas y arraigadas del Carnaval es la despedida que los carnavaleros le hacen a Don Carnal en el entierro de la sardina –o del chicharro, pez emblemático para los santacruceros, hasta el punto de autodenominarse chicharreros-.

En esta celebración, las miles de viudas y plañideras, acompañadas de los respetables miembros de la Iglesia, fantasmas y apariciones de todo tipo, dan su último adiós al cadáver de las fiestas. Lo hacen en una procesión fúnebre en la que lo grotesco marca la pauta de comportamiento.

Las viudas que se lloran desconsoladas y se desmayan por las calles de Santa Cruz ofrecen, sin duda alguna, una de las visiones más divertidas y sui géneris de esta fiesta, y conectan además con las costumbres más arraigadas del Carnaval: las tradiciones de la transgresión, la sátira y la diversión irreprimible.