¿Tienes pensado visitar Tenerife y no sabes por dónde empezar? Estás a punto de embarcarte en un viaje que no solo recorrerá paisajes, sino también emociones. En estos cuatro días, Tenerife te regalará parajes que te dejarán sin aliento, sabores que te reconectarán con lo esencial y momentos que pasarán a formar parte de ti. Porque esta isla no se visita. Se siente. Se vive. Se recuerda.
Santa Cruz y La Laguna: un primer día entre modernidad y patrimonio

Tu aventura comienza en cualquiera de los dos aeropuertos de la isla, norte o sur. Allí recogerás tu coche de alquiler para así poder desplazarte hasta la capital tinerfeña, Santa Cruz de Tenerife, allí te registrarás en tu hotel. Una vez acomodado, podrás salir a pasear por las grandes calles de la ciudad llenas de comercios, listos para recibir a todo aquel que desee ir de compras; por sus parques, como el Parque García Sanabria, con su vegetación exuberante, sus esculturas escondidas y la posibilidad de poder saborear un buen café; o también podrías contemplar la curiosa arquitectura del Auditorio de Tenerife. Después del almuerzo, pondrás rumbo a San Cristóbal de La Laguna. Esta ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, te envolverá con su historia viva. Caminarás por la Plaza del Adelantado, te detendrás ante la iglesia de La Concepción y, al caer la noche, podrás cenar en uno de sus destacados restaurantes.
El norte de Tenerife: naturaleza, sabor y memoria

El Parque Rural de Anaga es una parada obligatoria. Reserva de la Biosfera, este rincón mágico te invita a ir de ruta por uno de sus senderos, que serpentean entre montañas y bosques milenarios. Detente en sus miradores: cada uno es una ventana al asombro.
Al mediodía pon rumbo al municipio de Tacoronte para almorzar en una de sus bodegas, donde el vino, con seis denominaciones de origen y una personalidad volcánica, se convierte en poesía líquida. La tarde te llevará al Puerto de la Cruz, el primer lugar que recibió turistas en la isla. Su muelle pesquero sigue intacto, y sus calles y paisajes te invitan a perderte. Como broche final a este día, puedes elegir entre las múltiples opciones que ofrece la zona norte de la isla para cenar, para que disfrutes del singular sabor del producto local, que podrás probar en cada uno de sus tradicionales guachinches.

Sur de Tenerife: entre cetáceos y gastronomía estelar
Desde temprano, dejarás tu hotel en Santa Cruz y te desplazarás al sur de Tenerife, concretamente a Puerto Colón. Este enclave costero es famoso por sus playas de arena dorada, su clima cálido durante todo el año y su amplia oferta de hoteles, restaurantes y centros comerciales. Aquí, el ocio se vive intensamente: podrás embarcarte en una experiencia de observación y escucha de cetáceos.

Tras el almuerzo, harás el check-in en tu nuevo hotel y te prepararás para una cena inolvidable en un restaurante con estrella Michelin, donde cada bocado es una obra de arte.
Broche final entre olas, volcanes y constelaciones

La mañana comienza en El Médano. Recibirás un curso de iniciación al windsurf y kitesurf, en un entorno que acoge campeonatos mundiales y donde el mar te reta a superarte.
Después de almorzar por la zona, te desplazarás hasta el Parque Nacional del Teide. Allí, desde las Narices del Teide, serás testigo de un atardecer que parece detenido en el tiempo. Y cuando la noche caiga, levantarás la vista al cielo para observar las estrellas.

¿Sabías que la isla cuenta con el reconocimiento internacional como Reserva y Destino Starlight por la calidad de sus cielos y compromiso frente a la contaminación lumínica? En las cumbres de Tenerife y el Teide las estrellas brillan con fuerza, como si supieran que las estás mirando. Finalmente, regresarás al hotel para descansar y, al día siguiente, volver a casa con el alma llena.