
Con la tranquilidad que caracteriza a aquellos lugares situados junto al mar, así hay que visitar el Puerto de la Cruz. Sin prisas y sintiendo la brisa marina mientras se recorren sus principales calles y rincones. Una visita siempre agradable y totalmente recomendable en Tenerife.
El Puerto de la Cruz se sitúa en el norte de la isla, muy próximo a otros casos históricos de importante arquitectura tradicional canaria como La Orotava, Garachico, Icod de los Vinos y San Cristóbal de La Laguna. El tiempo siempre se hace corto para callejear por tantos lugares entrañables que se volverán inolvidables.
Un recorrido a pie por el Puerto de la Cruz
Conocido antiguamente como Puerto de La Orotava, el origen de Puerto de la Cruz está ligado a la villa vecina. Su muelle pronto se convirtió en la puerta principal de entrada al valle de La Orotava, por la que salían los sabrosos y codiciados productos isleños y entraban mercancías de otros lugares del mundo. Fue la génesis de un municipio en constante cambio y movimiento.
En los alrededores del actual muelle pesquero se conservan importantes vestigios de su condición marinera. Aquí se establecieron casas comerciales extranjeras y creció un pequeño pueblo de pescadores que posteriormente se convertiría en la primera ciudad turística de la isla. Una cuna del turismo en las islas Canarias.
La benignidad del clima de Puerto de la Cruz lo catapultó ya en el siglo XIX como un lugar ideal para los europeos que huían de las frías temperaturas del invierno y buscaban un destino atractivo y saludable donde disfrutar los meses invernales. La tradicional hospitalidad de los portuenses favoreció la consagración de la ciudad como destino turístico destacado en el norte de la isla.
Hoy en día Puerto de la Cruz posee el encanto de los lugares que combinan magistralmente la cultura y costumbres locales con la diligencia y el cosmopolitismo de una localidad turística moderna. Un lugar que emociona a todo aquel que lo visite y recorra sus históricas calles. Un municipio declarado Lugar de Interés Turístico Nacional y Bien de Interés Cultural que no deja indiferente.
Qué ver en Puerto de la Cruz
En Puerto de la Cruz lo más recomendable es pasear sin perder la referencia del mar. Por ello un recorrido a pie próximo a la costa es lo más acertado. Podemos comenzar por el este, en playa Martiánez a los pies del acantilado del mismo nombre, pasando por el Lago Martiánez, por la pequeña playa de San Telmo, continuando por el muelle pesquero y la plaza del Charco para finalizar en el Castillo San Felipe cerca de Playa Jardín.
Lago Martiánez


A un costado de Playa Martiánez, una playa de arena negra donde se puede tomar el sol para lucir un atractivo bronceado así como surfear, se sitúa el singular complejo de ocio acuático diseñado por el artista lanzaroteño César Manrique, el Lago Martiánez. A su espalda queda una magnífica representación de la moderna planta hotelera de la ciudad.
El Lago Martiánez lo forman un conjunto de piscinas de agua salada accesibles durante todo el año. El buen tiempo de la isla se disfruta en cualquier rincón de la isla. El Lago es un lugar donde darse un buen chapuzón, mientras se admira lo que constituye un auténtico museo al aire libre. Aquí se reconoce la inequívoca y genial huella de César Manrique quien supo encajar perfectamente en sus creaciones las singularidades del paisaje canario.
Ermita de San Telmo
Bordeando el Lago Martiánez y sobre una planicie de peñas socavadas por el mar se encuentra la coqueta ermita de San Telmo levantada en honor a su santo patrón San Pedro González Telmo. La ermita se asienta en lo que fue una pequeña batería de defensa frente a las incursiones de piratas. Garitas y empalizadas dan fe del pasado militar del lugar.
Los alrededores de la ermita constituyen un fantástico mirador hacia las piscinas del Lago Martiánez y a la zona de baño del bajío de San Telmo, una de las playas preferidas por la población local. Aquí el baño se hace en plena naturaleza, entre negros arrecifes, en charcos y piscinas naturales, con la garantía que ofrece la bandera azul. Una forma diferente de disfrutar del mar en la isla de Tenerife.

Punta del Viento
Continuando el paseo por San Telmo se alcanza la conocida como Punta del Viento, un bello mirador, balcón hacia un mar en el que contrasta la salvaje belleza natural de las rocas del bajío con la magnífica estampa diseñada por Manrique para Martiánez.

Junto al mirador de la terraza de la Punta del Viento merece la atención un elegante edificio de arquitectura tradicional canaria, con altos muros blancos, madera en las ventanas y puertas, así como techos de tejas. Se trata del antiguo convento de Santo Domingo o Casa Rahn.
Plaza de la iglesia
La iglesia matriz de Nuestra Señora de la Peña de Francia y su plaza es la siguiente parada de esta ruta a pie por el corazón de Puerto de la Cruz. Merece la pena entrar a la iglesia para descubrir su bello techo de artesonado mudéjar, así como sus retablos de estilo barroco.
En el centro de la plaza encontramos un pequeño jardín con una fuente de piedra y un cisne en su interior. Alrededor de ella se sitúan algunos de los hoteles históricos de Puerto de la Cruz como el hotel Marquesa, donde se alojó Alexander von Humboldt en 1799, y el hotel Monopol. En este último nació Agustín de Bethencourt, ingeniero de renombre y diseñador de importantes edificios y obras públicas en Rusia. Puerto de la Cruz es historia viva.
Casa de la Real Aduana y Museo Eduardo Westerdahl (Macew)
Regresamos de nuevo a la costa acercándonos al pequeño muelle pesquero donde se respira el origen portuario del municipio. Junto al muelle destaca el edificio de la Real Aduana, que nos recuerda el pasado marítimo-comercial de la localidad. Hoy es sede del Museo de Arte Contemporáneo Eduardo Westerdahl (MACEW).
La Casa de la Real Aduana es un imponente edificio de estilo canario fundado en el año 1620 que funcionó como aduana y residencia de los administradores. En la planta baja encontramos hoy la Oficina de Turismo y el Centro de Artesanía. En el primer piso el museo de Arte Contemporáneo cuya visita es muy recomendable.
Si paseas por el muelle, observa que en la fachada de la Casa de la Aduana se encuentra una cruz conocida como “La Carola”. Se trata de una de las cruces más antiguas del municipio y se cree que quizás de ella tomó el nombre la ciudad.
Plaza del Charco

Esta plaza central es el corazón de la ciudad en origen se llamó Plaza del Charco de los Camarones puesto que en ella se formaba un gran charco alimentado por agua de mar donde se criaban peces.
En los aledaños de la antigua plaza se ubicaron astilleros, casas comerciales, bodegas y almacenes que actualmente se han transformado en bares y restaurantes que ofrecen un servicio de primer nivel donde degustar gastronomía canaria con productos frescos para chuparse los dedos.
El centro de la plaza lo ocupa una pila de agua en cuyo interior destacan las exuberantes hojas de una ñamera, protegida por la sombra de los grandes laureles de Indias que fueron traídos desde Cuba.
Murales del Puerto Street Art
Desde la Plaza del Charco continuamos por el popular barrio de La Ranilla, que en el pasado fue el barrio marinero, para descubrir algunas de los murales más llamativos de Puerto Street Art, un museo de arte urbano al aire libre que sorprende gratamente por su colorido y variada temática.


Las paredes de algunos edificios del casco se llenan de color a través de esta iniciativa que permite disfrutar del arte urbano mientras paseamos. Una animada forma de continuar este recorrido por el Puerto de la Cruz.
Museo arqueológico
En medio de La Ranilla, y rodeado por espectaculares murales, descubrimos el museo arqueológico del municipio. Un interesante lugar donde conocer un poco sobre los antiguos aborígenes de Tenerife. El museo alberga una de las colecciones de cerámica guanche más importantes de la isla.
Cerca del museo encontramos algunos de los mejores restaurantes de Puerto de la Cruz. Gracias al buen clima del municipio durante todo el año sus mesas son montadas en el exterior. Un auténtico lujo especialmente durante los meses de invierno que aquí se sienten como una suave primavera.


Castillo San Felipe
Continuando con el recorrido a pie descubrimos una gran roca solitaria que aporta una cruz bajo un templete de seis columnas. Conocido como El Peñón del Fraile, es uno de los símbolos de la ciudad. Así llegamos al Castillo San Felipe, una fortaleza del siglo XVII declarada Monumento Histórico Artístico. El archipiélago padeció las incursiones de numerosos piratas atraídos por la importancia de su tráfico comercial y marítimo. Es por ello que como medida defensiva se construyeron numerosos castillos en las costas tinerfeñas, entre ellos el Castillo San Felipe.
El Castillo San Felipe se usa en la actualidad como espacio de actividades culturales y acoge en su interior numerosas exposiciones de arte así como conferencias durante todo el año. Si se encuentra abierto, no dudes en entrar a visitarlo.
Playas en Puerto de la Cruz
Junto al Castillo San Felipe encontramos la playa más extensa de Puerto de la Cruz, Playa Jardín. Está formada por un conjunto de playas de arena negra volcánica la Playa del Castillo, El Charcón y Punta Brava.
En Playa Jardín se reconoce también el sello inconfundible de César Manrique. Siéntate y descansa del paseo a pie mientras escuchas las olas romper en la orilla. Si no tienes prisa espera a la hora del atardecer pues desde aquí se disfruta de una de las mejores puestas de sol de la isla de Tenerife.