Ya no me acuerdo cuando fue la primera Ruta de la Miel, en Arico, creo que fue hace cinco años, más o menos. Pero si recuerdo bien como empezó, con la ilusión de los apicultores de las tierras altas del sur por mostrar su tesoro apícola. Su tesoro no es la miel, que es buenísima, es una de ser.

La miel figura en el escudo heráldico del Municipio y ya, desde los primeros repartimientos de tierra a los conquistadores, el territorio tenía valor por la diversidad y frondosidad vegetal que define a este paisaje sureño. Lo que descubrimos al iniciar la Ruta de la Miel no era eso, la miel, sino una forma de ser excepcional donde la amistad es la relación más importante entre las personas, quizá sea lo más real de cuanto nos llevemos los mortales de este fugaz paso por la existencia.

Disfrutarla es una satisfacción que no tiene precio, y ese es un don de la gente del Bueno, de La Zarza, de la gente de todos los barrios de los altos de ese sur profundo, como diría Fernando Sabaté, ese sur por el que no pasó el desarrollismo loco que crispó la fragancia de buena parte de la isla. Es una actitud que ayudó a sus pobladores a seguir luchando por su espacio, su historia, sus raices. Es uno de los pocos sitios que conozco donde alguien mantiene una trilla de cereal tradicional y es capaz de decirte que lo hace para que sus hijos sepan de donde vienen. Que alarde de generosidad, que implica tiempo, esfuerzo, dinero, aquel por el que tanta gente lucha para salvaguardarlo y del que Rafael y su gente del Bueno, se desentienden para cumplir con su figura en la transmisión de los conocimientos que sus padres le entregaron.

El próximo domingo día 8 se realiza esta ruta temática para conocer los secretos y curiosidades de la miel, de la mano de Manolo y otros amigos y amigas de Arico, un lujo que valoran quienes han podido disfrutarlo en otras ocasiones. Anímense. El número de teléfono para solicitar información e inscribirse gratuitamente es el 92276811, del Ayuntamiento de Arico.

También les anexo un cuento infantil, con el que hemos homenajeado a Pablo García, un maravilloso ser que se dedicó a recuperar topónimos y mostrárselos a quienes tenían el privilegio de su cercanía. Me ha ayudado en su redacción mi chiquilla, Isabel, con sus dibujos que saben a la fragancia que solo genera la niñez, Topito y Pablo.

Aviso a navegantes osados: en Fasnia no hay topos, tampoco los topos hablan. Un fuerte abrazo.

Juan Antonio Jorge Peraza. Coordinador de Rescate Etnográfico en Turismmo de Tenerife.

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