152 agricultores dan vida a la Bodega Comarcal Valle de Güímar cultivando sus viñas en condiciones imposibles

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Viñedos de Bodega Comarcal Valle de Güímar nevados en invierno.

El territorio es árido, seco a rabiar y un poco desagradecido. No es sencillo cultivar en pequeños trocitos de tierra encaramados en lugares escarpados a 1.300 metros de altitud, ¡y sin la ayuda de máquinas! Ponerse en los zapatos del agricultor y soportar un calor despiadado en verano. Tener que ir a podar haciéndose hueco entre la nieve cuando los inviernos vienen duros, con las manos tan congeladas que duelen y casi no pueden sostener las tijeras. Es el día a día de los viticultores de la Bodega Comarcal Valle de Güímar.

Hay quien pudiera pensar que los beneficios económicos que les aportan las viñas justifica el sacrificio. “Nadie aquí vive de esto”, zanja Patricia Pérez, responsable comercial de la bodega. “Lo que ganan no es sino una ayuda que deben complementar con otros ingresos para poder salir adelante”.

Viticultores en vendimia
Agricultores pertenecientes a la bodega muestran la uva recogida.

Ha de haber entonces algo mucho más poderoso. Algo que mueva a los 152 socios de la bodega a seguir plantando manualmente sus viñas, a mimarlas con el afán y devoción que lo hacen, como si cuidaran a su propio hijo. Si no, no se entendería que de ellas surjan unos vinos tan fascinantes como los de Pico Cho Marcial y Brumas de Ayosa. El apego al lugar donde nacieron; el reconocimiento de que la tierra que pisan les ha dado casi todo lo que poseen… puede que esa sea la razón de que no se rindan. Hay quien los llama héroes.

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Imagen aérea de la Bodega Comarcal Valle de Güímar.

Así que a todo eso que parecía en contra le han dado la vuelta. Los Brumas de Ayosa han conseguido galardones en concursos internacionales en los que se han visto las caras con la crème de la crème, con los gigantes del vino de países como España, Francia o Italia. De esos certámenes se han traído bacus y zarcillos. Premios que ahora dan lustre a una bodega que, aunque relativamente pequeña en tamaño, quiere ocupar su puesto en el mundo del vino. No pasando de puntillas sino diciendo “aquí estoy yo”.

3 Espumosos Brumas de Ayosa
Botellas de las tres variedades de los espumosos Brumas de Ayosa.

Entre blancos, tintos, rosados y malvasías, Brumas de Ayosa ofrece ocho variedades de vinos, más otras tres de espumosos elaborados con el método champenoise (afrutado, brut nature y reserva; un trío al que ya se conoce como los “cavas canarios”). Del Pico Cho Marcial, una marca que acompañó los inicios de la bodega hace 25 años y que fue rescatada en 2013, también tienen tres clases: blanco seco, afrutado y tinto. ¿Pero cómo saber si gustan? Producen unas 150.000 botellas al año que distribuyen en las siete islas, con Tenerife a la cabeza. Las venden todas. Gama-Brumas22 La bodega pertenece a sus 152 socios, quienes deciden sobre todos sus pormenores: los precios a los que vender, los kilos a producir… Periódicamente reciben formaciones sobre aspectos relacionados con el cultivo de las viñas, y disponen de un asesoramiento continuado sobre el terreno. Eso de puertas para adentro. Hacia afuera, la bodega también está haciendo un esfuerzo por dar a conocer los entresijos de su labor al público interesado.

Bodega interior
Imagen general del interior de la bodega, con sus enormes tanques.

Patricia explica que han organizado actividades con gran acogida, como una que celebraron en diciembre pasado en la que explicaban el nacimiento de sus espumosos. Orgullosa está también de la que llama “especial vendimia”. Es estar todo un día compartiendo la cultura vinícola con quienes la hacen posible. Incluye asistir a la vendimia cuando es la época, catas de uvas y de mosto (esta segunda para que los niños también disfruten), ver los enormes tanques de la bodega funcionando, y por supuesto, un sabroso tentempié a base de pinchos que ejercen de pareja perfecta de los vinos. La primera vez fueron 10 personas; la segunda, 35. Un éxito creciente que garantiza también el de futuras ediciones.

La responsable comercial de Bodega Comarcal Valle de Güímar no para de pensar en más cosas para acercar el día a día de la bodega a la gente de a pie. Por lo pronto, recuerda que es posible apuntarse a sesiones de cata de sus vinos y a visitas guiadas —siempre con cita previa—.

Equipo
El equipo de la bodega, con Patricia Pérez a la izquierda, brinda con los vinos que producen.

Aunque el futuro parece prometedor, gracias que la calidad de sus vinos está más que contrastada, un pequeño nubarrón empaña el horizonte. Los agricultores de toda la vida, que por edad van abandonando los cultivos, no encuentran el relevo generacional necesario. A los jóvenes no les seduce levantarse temprano para ir al campo ni dedicar sus desvelos a la viña. Pero si entendieran que producir esos vinos es casi un milagro. Si comprendieran que se trata de mucho más que plantar y recoger; que es algo íntimamente unido a su misma esencia, al amor por la tierra en la que viven. Quizá en ese caso, el legado de estos esforzados hombres de campo, de estos héroes, sí estará asegurado.

*Bodega Comarcal Valle de Güímar es asociada de Turismo de Tenerife

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